Historias que conectan: Héctor Mejía

Historias que conectan: Héctor Mejía

Historias que conectan: Héctor Mejía

La arqueología es una ciencia que trata de analizar y comprobar hipótesis a través del análisis de los restos dejados por las culturas antiguas para reconstruir ese pasado y traerlo al presente. Esto es un gran desafío para quienes se desempeñan en esta materia. Héctor Mejía, arqueólogo y profesional ambiental en Conecta, asumió este reto.

Durante varias décadas Héctor descubrió ese “mundo del misterio verde” que con tanto énfasis describió Virgilio Rodríguez Macal.  “Para ser arqueólogo se nace”, afirma en esta entrevista, “muchos han ido a trabajar a la selva y a las pocas semanas quieren regresar porque no se adaptan a las condiciones de vivir en medio de la selva”. Pero los entiende, no cualquiera se acostumbra a estar a dos días de camino a pie de la aldea más cercana, desarrollar una infraestructura para conseguir agua, alimento e improvisar dónde pasar la noche. En las temporadas en la selva el arqueólogo baja de peso, la piel cambia de color porque los árboles cubren los rayos del sol y siempre está el riesgo de toparse con algún animal salvaje.

Conoce más de Héctor, el arqueólogo que ha descubierto más de 400 sitios en el corazón del mundo maya, en esta entrevista.

¿Qué cualidades tenías de niño?

Desde pequeño lo que más me gustaba era explorar, conocer qué hay más allá. También disfrutaba buscar libros de astronomía en la biblioteca escolar. Me gustaba conocer y, a raíz de eso, creció mi curiosidad de investigar lugares desconocidos.

¿Qué querías ser al crecer?

Por mi mente nunca pasó la arqueología. Me gustaba leer, disfrutaba las historias de (Virgilio) Rodríguez Macal sobre la selva en Petén y de las culturas prehispánicas que guardan misterios.

¿Qué estudiaste en la universidad?

Cuando me tocó elegir carrera en la universidad decidí estudiar ingeniería eléctrica, sin embargo, al cuarto año supe que no era para mí…y empecé a explorar la posibilidad de ser arqueólogo. Estudiaba en la mañana y la tarde, pero por la noche me iba a la biblioteca de la escuela de historia.

Me cambié de carrera y al finalizar el tercer semestre empecé a trabajar, mi primera labor fue limpiar cerámica que se obtenía en las excavaciones realizadas en un proyecto de la universidad de Vanderbilt. En la Universidad empezamos a realizar actividades de campo en Petén y eso reafirmaba mi convicción de convertirme en arqueólogo. Más adelante, formé parte del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala (IDAEH), en diferentes proyectos, entre ellos el Atlas Arqueológico de Guatemala, a partir de ese momento me convertí en arqueólogo de campo.

Mi trabajo consistía en explorar el sur de Petén y la frontera con Belice. Esa fue mi gran escuela. También participé el proyecto arqueológico Cuenca Mirador, en temporadas más extensas, viviendo en la selva, posteriormente dirigiendo un programa a nivel regional.

En esos años entre otros trabajos, y quien lo iba a decir, trabajé en una hidroeléctrica en Baja Verapaz, haciendo proyectos de rescate en un sitio arqueológico.

¿Quiénes han sido tus mentores?

Mientras estuve en el Atlas Arqueológico de Guatemala, estuve bajo la dirección de Juan Pedro Laporte, quien es considerado el padre de la arqueología en Guatemala. Me formé con él y escribimos un libro sobre el desarrollo político territorial de los antiguos mayas de Petén.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Vivir de la arqueología es excepcional, lo mejor que me ha pasado. La arqueología es interpretar la información que se recupera en campo y convertirla en una historia para contar, una historia para que la gente logre entender a las culturas antiguas.

¿Cuáles son los mayores retos que enfrentan los arqueólogos en Guatemala?

En el mundo antiguo se considera que existieron siete civilizaciones importantes, entre ellas se encuentra la cultura maya. Cualquiera pensaría, “entre tanto vestigio, tanta historia, los arqueólogos son privilegiados”, pero no es así porque a los gobiernos no les interesa invertir en cultura, mucho promoverla.  Por lo que el campo de la arqueología es muy reducido y dependemos mucho de la inversión extranjera.

¿Cuáles han sido los descubrimientos que más te enorgullecen?

Durante mis investigaciones en el Atlás Arqueológico de Guatemala tuvimos un hallazgo excepcional, con el descubrimiento de tres estelas mayas de gran tamaño, con escenas e inscripciones magníficamente talladas. Con los trabajos realizados con CONECTA, logramos investigar una antigua construcción que fue hecha aproximadamente 400 años antes de Cristo, en su interior localizamos un evento mortuorio, dedicado a la muerte de un posible gobernante, quien tras su muerte se hizo acompañar de al menos 65 personas.  Ese evento es tan importante ya que para esa época no se conocía que los pueblos prehispánicos tuvieran un desarrollo ritual, que mostrara ese tipo de actividad religiosa. Estos estos restos antiguos, han ayudado a establecer los genomas humanos de América.

¿Cuál ha sido tu aporte en la carrera de arqueólogo para las nuevas generaciones?

A raíz de mis trabajos de campo, he logrado descubrir e investigar más de 400 sitios arqueológicos, pero lo más importante ha sido dejar plasmado en varios artículos y libros, con lo cual espero que sirvan para las investigaciones futuras.

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